BURGOS, sábado, 5 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha enviado monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, con motivo de la misa de acción de gracias del nuevo instituto religioso Iesu Communio (Cf. Aspectos principales de la aprobación del instituto "Iesu Communio"), de religiosas contemplativas, que tendrá lugar el 12 de febrero.
El próximo sábado, 12 de febrero, tendrá lugar en nuestra Catedral, a las cinco de la tarde, una Misa de Acción de gracias del nuevo instituto religioso Iesu Communio. Yo mismo tendré el gusto de concelebrarla junto con el señor Nuncio de Su Santidad en España, con algún otro obispo y no pocos sacerdotes. Se trata de dar gracias a Dios por el reconocimiento oficial de un nuevo carisma que el Espíritu Santo ha suscitado para el bien de la Iglesia. Es más que obligado dar gracias a Dios, por el reconocimiento oficial de la Iglesia. Por otra parte, nuestra diócesis, que ha tenido el privilegio de ser el ámbito en el que esto ha tenido lugar y en el que ha nacido, es lógico que quiera unirse a la acción de gracias al Señor.
El nuevo Instituto es de carácter contemplativo, no activo, y femenino. Es decir, sus miembros son religiosas y se dedican, primordialmente, a la oración y a la penitencia, y viven en comunidad. Son también de clausura, si bien ésta no es papal sino según las Constituciones del nuevo Instituto. Por este motivo, no viven entre rejas y hacen apostolado en sus propios conventos.
Hasta ahora la gente las conocía como ‘las Clarisas de Lerma', debido a que tanto la madre Verónica, que es la fundadora, y la mayoría de las demás hermanas proceden del monasterio de Lerma. De ahora en adelante deberemos llamarlas por su nuevo nombre y tener presente que no son monjas clarisas sino religiosas de Iesu Communio.
El nuevo Instituto es un fenómeno que llama la atención. No es frecuente ni normal que, en un momento de escasez vocacional religiosa en España y en Europa, florezcan comunidades llenas de religiosas y que éstas sean en su mayoría jóvenes y universitarias. De hecho, en este momento se aproximan a dos centenares y hay un número importante de chicas que desean ingresar.
El nuevo Instituto no es una refundación o una adaptación del carisma de las monjas Clarisas. Este carisma clariano no necesita ningún aggiornamento para seguir dando abundantísimos frutos de santidad en la Iglesia. Iesu Communio es otra cosa, una realidad nueva. A la hora de comprenderlo, lo más oportuno es inscribirlo en la acción permanente que el Espíritu Santo realiza en la Iglesia. Él, sin negar lo que anteriormente se ha mostrado fecundo y rico en santidad, suscita nuevos modos con los que responder a las nuevas necesidades y sensibilidades del mundo y de la Iglesia. Por eso, Iesu Communio es una célula nueva que nace en el tejido del cuerpo eclesial, uniéndose a las demás células y formando con ellas un solo cuerpo, aunque cumpliendo su misión propia y específica.
El nuevo Instituto es una planta que acaba de nacer. Es verdad que el modo de vida que ahora ha aprobado la Santa Sede lo venían viviendo desde hace bastantes años. Pero esto no obsta para ver en él una planta que es todavía muy tierna y necesita del cariño y de la oración de todos los que nos sentimos hijos de la Iglesia. Si ésta es un Cuerpo, en el que la vitalidad de cada miembro repercute en los demás y se beneficia de ellos, nada más lógico ni coherente que estas religiosas pidan y se sacrifiquen por nosotros y nosotros les paguemos con la misma moneda. En última instancia, lo que importa es que Dios sea cada vez más conocido y amado y que los miembros de la Iglesia seamos cada vez mejores y más apostólicos.
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