"O justo é como árvore plantada à beira de águas correntes, perto da Fonte. Porque está plantado assim, ele dá fruto no tempo certo e suas folhas não murcham. Tudo o que faz prospera. Ele é teimosamente abençoado por Deus. A olhos vistos".

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quarta-feira, 23 de fevereiro de 2011

El asesor canónico de las monjas de Lerma explica qué es Iesu Communio: contemplativas pero recibiendo a personas



Jorge Miras, decano de la facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra, ha asesorado a las religiosas de Iesu Communio para la redacción de las Constituciones del nuevo instituto. Explica a Religión Confidencial qué características definen a Iesu Communio y qué le diferencia de las comunidades de Clarisas.

¿Qué diferencias existen (canónicas y de otro tipo) entre las religiosas de Iesu Communio y las Clarisas, tronco del que proceden?


Es importante subrayar la unidad fundamental que se da en la variedad de formas de vida religiosa nacidas en la Iglesia de la misma fuente, el Espíritu Santo. La riqueza de la multiplicidad que conocemos se debe ante todo a la peculiaridad del carisma propio de cada instituto, reconocida por la Iglesia y expresada en normas y formas apropiadas.



Dicho esto, si acudimos a algunos de los criterios usados para distinguir formalmente los diversos modos de vida religiosa, puede señalarse que las comunidades de Clarisas, exponentes de la multisecular tradición monástica, constituyen monasterios autónomos en los que se vive una vida exclusivamente contemplativa conforme a las Reglas de la Orden y en régimen de clausura papal, regulada por una ley pontificia.



Por su parte, el instituto Iesu communio no es una orden monástica, sino un instituto religioso de derecho pontificio. Si se quiere usar la distinción entre institutos de “vida activa” y de “vida contemplativa”, su modo de vida debe encuadrarse en este segundo tipo. Sin embargo, no se trata de una vida exclusivamente contemplativa. Toda la espiritualidad de la comunidad implica una esencial dimensión evangelizadora, que se desarrolla a través de la intrínseca eficacia apostólica de la oración y de la vida entregada a Dios, pero también se explicita como misión, en los encuentros con personas de toda condición, en grupos pequeños o numerosos, acogidos por la comunidad en los locutorios y en la iglesia. En congruencia con la misión, la clausura que se vive en el instituto no es la papal, sino la denominada “constitucional”, es decir, regulada por sus Constituciones aprobadas por la Sede Apostólica.


¿Qué rasgos distinguen a Iesu Communio: normas, espíritu, características?


Si se me permite la expresión coloquial, yo no soy quién para describir auténticamente el carisma del nuevo instituto o fijar una enumeración apropiada de sus rasgos distintivos.



Puedo hablar, si acaso, de mi propia experiencia, ya que para poder colaborar en los aspectos canónicos, he necesitado (y agradezco inmensamente al Señor esa grata necesidad) conocer de cerca la vida de la comunidad. Con esa perspectiva, le diría que, a mi juicio, más que la formulación, siempre limitada, de un conjunto de rasgos en los documentos, lo que ha aprobado la autoridad de la Iglesia es una realidad vital vigorosa, visible, con un recorrido de bastantes años que, en conjunto, muestra los signos discernibles de la acción de Dios.



La vida religiosa de la comunidad posee, en efecto, una fisonomía bien definida. En el encuentro directo se perciben, más o menos conscientemente, rasgos profundamente marcados, como la alegría y el asombro de ser cristiano en la Iglesia, Cuerpo de Cristo en el que se nos da la Vida, Madre que merece una gratitud incondicional. El deseo de vivir la consagración como privilegio imposible de merecer, volcando la vida en una intimidad entrañable con Jesucristo, Esposo. El amor, en comunión con Él, a todos los hombres, que impulsa a la entrega total para que “ninguno se pierda”. En medio de una gran sencillez, que acoge sin escándalo la fragilidad humana, se intuye con fuerza la hondura de una unidad que desborda las posibilidades del hombre. Una comunión, fruto del Espíritu, que manifiesta el poder del Resucitado, más fuerte que el pecado y que la muerte; que es un signo convincente ante el mundo de la belleza y la promesa de plenitud que encierra la vida cristiana.



Si se desea una síntesis autorizada de lo nuclear de este carisma, ninguna mejor que la que expuso en la catedral de Burgos la Madre Verónica, al término de la Misa en acción de gracias por el nacimiento de Iesu communio, al explicar que el nombre del nuevo instituto “recoge la sed de Cristo: Que todos sean uno en nosotros para que el mundo crea”.


(Religion Confidencial)

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